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2 oct 2012

EL RECUERDO DE LOS CAÍDOS (AMÉRICA LATINA, EL DESPERTAR DE LA CULTURA)



Imagen tomada de:  daupara.org
El 12 de Octubre del presente año se celebrará una fiesta que para muchos es el reconocimiento de lo que hace más de quinientos años en su negable deseo encariñado con un mentira que se impuso, no se quiso respetar. El día de la raza.

Para aquellos que ven este día como necesario para tratar de desempolvar la huella podrida que algunos añadieron a la que se llama actualmente América Latina, reconociendo la multiculturalidad de este territorio tal vez no se equivoquen con una sola cosa, la huella podrida.

En el quinto centenario de la llegada de los europeos al continente en ese día fatídico de la destrucción cultural de los aborígenes, Germán Arciniegas quien se encargaría de la  presentación Colombiana para la fiesta, quiso revelar lo que en verdad ocurrió con esta tierra, no obstante fue expulsado siendo director de la comisión. Y la cínica condición en que se halla estos reconocimientos, dan agradecimiento a los que destruyeron de manera absurda lo que se había construido siglos atrás.

Es necesario abrir los ojos que están encerrados en muros de acero reforzado por las ideas occidentales como supuesta sociedad superior. No se pueden seguir imitando sociedades que no tienen nada que ver con el contexto colombiano. En estos momentos, muchos alzan la voz al aire dando gracias por una imposición de más de quinientos años, como si fuese correcto afirmar que lo que hicieron los metales forzados y las armas empapadas de la sangre americana es lo que se debe agradecer. Es preciso observar las múltiples baluartes de extrajeron que se encuentran en nuestro alrededor ¿En verdad merecen el espacio que se les concedió? No es más un recuerdo de la cultura que se encadenó a la actual sociedad, es menos de lo que la memoria debería recordar.

El día de la raza sigue siendo el encubrimiento de una cultura, la sumisión de millones de personas, porque no se puede reconocer y alabar a los diversos países europeos que contribuyeron a imposibilitar el crecimiento tecnológico, social, político, cultural y demás de los nativos que vieron empobrecido su pueblo con la mezcla con los españoles (En nuestro caso particular).

La enaltecida modernidad entró como intruso que absorbió lo que vio le convenía de los pueblos aborígenes, apartando aquello que no le importaba. Lo que ocurre hoy con los países latinoamericanos que envían sus frutos de las caricias de la tierra al desierto que es ahora Europa con crisis de identidad y de alimentos, con sociedades en aprietos que se sienten al borde del caos, como ejemplo la actual España y “la maravillosa” sociedad francesa.

Recordar a los caídos, a los que alguna vez pisaron y combatieron la tierra que está debajo de nuestros pies, la tierra que labraban con su sangre y sudor, con el sentimiento y respeto que no hemos tenido nosotros, dejando que ajenos la absorban para llevarse los recursos en lejano desierto que son sus países. Es hora de despertar. El día de la raza como el día del reconocimiento de los latinos como sujetos que deben labrar su camino y no imitar el de otros conmemorando las culturas derrumbadas con las manos atadas con perplejo asombro. Recordar que se tiene una cultura propia, original, inmarchitable ante el invierno hostigo que quiere dejarla en el olvido.

Alysom

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