“Tú, no te
preocupes. Muérete antes que tus padres para librarlos de la espantosa visión
de tu vejez. Y encuéntrame allí donde todo es gris y no se sufre.
Somos muchas. Incomunica el dato.”
¡Qué viva la música!
Sin duda él es
la inspiración de la juventud actual, ¿No era una burbuja aquel encierro que
encaminó a su muerte? Porque fue el hecho de estar dentro de la concepción
social aquello que lo hizo caer en el abismo del espanto (“Vivir más de veinticinco es una insensatez” dijo él), a del miedo
a la vejez. Tal vez por ello se basó en lo cotidiano de la vida de los jóvenes,
eso que representaba a las costumbres fortuitas de la ciudad de Cali, de la
salsa y las fiestas sin fin.
Las lecturas de
Edgar Allan Poe y Howard Phillips Lovecraft son la evidente marca de un
grotesco y macabro movimiento literario de Caicedo, son más bien los momentos
del tiempo de la revolución cubana y la reacción de Estados Unidos lo que llevó
a Caicedo a denigrar a la Burguesía en sus libros; fue la Salsa, que sonaba en
los barrios populares de Cali, la que dio insumo al ritmo de la literatura
caicediana. Contando además la modernización de la ciudad y las acciones de
revolución de estudiantes argentinos que avivaron el ímpetu de sus escritos;
todo esto junto a la violencia, la droga, la locura, el amor, la sexualidad y
demás representaciones de la Cali de su época, la insensatez de su pueblo lo
hizo escribir demencias sobre él, sobre lo que para él era Cali, Calicalabozo.
“Hay gente
que puede ser poeta y bailarín al mismo tiempo. Pero yo no puedo, yo soy un
hombre melancólico”
Andrés Caicedo
Andrés Caicedo
¿No eran Angelitos empantanados muchos de los
habitantes de Cali? Angelitos que querían o creían vivir en paz y aleteaban por
la ciudad sin preocupaciones, uno de ellos era Andrés, o quiso ser, no obstante
la amarga realidad que circundó por su entorno más próximo comenzó agujerear
aquella burbuja que lo protegía, mostrando la cruda situación en la que se
encontraba.
Sin embargo
llegó el cine, era la propuesta de Caicedo, incluso viajó a la ciudad de Nueva
York para realizar un largometraje, no quería quedarse en las palabras
escritas, deseaba mostrar la verdadera Cali (la de los imaginarios de los
textos) que imponía una huella fehaciente en su vida. Pero al fracasar, se
devolvió a su natal paraje. Fundó el Cine Club de Cali. No olvidemos que desde
chico comenzó a incursionar en el teatro, con obras en su colegio y luego con
guiones teatrales que unió junto al cine.
Esta exposición,
fue posible gracias a los elementos personales que la madre de Luis Andrés
Caicedo Estela prestó a la biblioteca, ubicada en la Calle 11 Nº 4-14, Barrio
la Candelaria en la ciudad de Bogotá.
Pese
al poco material que se halla en la sala de audiovisuales, no son para nada
despreciables los dos salones que se adecuaron para su exhibición, donde se
pueden hallar elementos valiosos del caleño que lamentablemente solo pudo
alcanzar a ser escritor literario y guionista. En ella se exhiben, además de lo
mencionado, los libros de las diversas editoriales que publicaron sus obras (La
mayoría después de muerto); afiches que aparecen en ¡Qué viva la Música!, en tamaño real y enmarcados, por supuesto la
reseña de su vida y obra. Pero ello no es lo más interesante que se puede
hallar en este lugar si contamos la máquina de escribir que utilizaba Andrés para maniobrar en el
arte literario y guiones de teatro y cine.
Artículo e Imágenes por:Edison González Lemus
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