Se acomodó el sobrero de ala corta que llevaba puesto y dijo:
- Es poco lo que se recuerda sobre el hecho, y sin embargo todavía quedan algunos curiosos que miran a esa esquina de la calle cuando pasan por allí, no es la primera vez que ocurre esto en esta parte de la ciudad si usted me permite decirlo, pero si la que marcó con mayor trascendencia mi vida, por ahora.
Suspiró mientras el interrogador quiso marcharse pensando que no hablaría más, cuando en el momento en que los cuerpos esperan separarse por irracionales o desajustadas deduzcas del destino, abrió la boca como casi de un grito:
- Mis ojos de vez en cuando dejan escapar una que otra expresión de sentimientos memorizados,perdone mis palabras, es que cuando lo recuerdo se me sale lo de poeta, ¿Sabe? Algún día fui todo un don Juan, le mandaba cartas a todas las muchachas que me atraían, sobre todo a Rosita, si usted la hubiera conocido, era una belleza, toditos los hombres la deseaban pero ella me correspondía por mis afamados versos, por ahora, eso ya no importa; por lo pronto contaré algo a usted, que es bien visto por la comunidad y eso que apenas lleva un par de meses en este barrio de mala muerte.
Se acomodó en la silla mientras el otro esperaba que siguiera su dialogo, prosiguió:
- Ahora que me pongo a pensarlo, no sé bien que fue lo que ocurrió… le contaré lo que vi, porque vi algo. Estaba el que me preguntó, sí, caminando como normalmente caminaba, cojo, eso le informo, el muchacho tenía una pata más larga que la otra, bueno, muchacho como decir muchacho no era, para mí que sobrepasaba los cuarenta y usted sabe que eso es como el medio día, usted me entiende. La cuestión es que el verriondo se las quiso dar de mucho con esos sujetos que lo asaltaron, muchos dicen lo hicieron por rendir cuentas, es que era un jugador empedernido, de esos que se gastaban ni lo que tenían, debe ser que tuvo una deuda con esos y lo mandaron matar. Lo que sé es que él sacó una navaja o cuchillo (como se lo imagine) del bolsillo y se les mandó como desafiando a la muerte, yo iba con mi hijita de dieciséis años y la tuve que voltear para que no viera, cuando me di cuenta el paciente estaba en el suelo, si viera como le brotaba todita la sangre por el vientre, ahí me dije, no más, y me llevé a mi vástago (usted me entiende) a la casa, la chinita lloraba como margarita desconsolada, como si a ese lo conociera. Eso fue todo lo que vi… espero que le sirva. ¿El muerto le debía algo? Me permite la pregunta…
- Sí…
- Algo importante
- Sólo se me adelantaron…
Comenzó a caminar por la dirección de la que venía, con su gabán negro y maldiciendo a los hombres por errar de tantas maneras y verse obligados a sucumbir en manos equivocadas, su rostro no dejó escapar ni siquiera poco del sentimiento que el viejo demostró en tanto le hablaba del tema.
- Ese chico si tenía enemigos, quien sabe que otro juego perdió para que éste viniera a buscarlo, supongo que se jugó la vida.
Brotó una leve lagrima que recorrió el rostro hasta estrellarse con la piel deteriorada y desesperanzada del ahora.
El viajero anduvo hasta que el anochecer comenzó a borrar su sombra.
Edison González
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