El
cine es una de las expresiones artísticas más jóvenes de la historia del ser
humano, un arte inevitablemente ligado a la tecnología y a sus avances, pero
apartándonos de lo deslumbrante y efectista, el cine es un lenguaje, es un
medio de expresión.
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El
cine, desde sus inicios, ha demostrado ser mágico, desde Georges Mélies, hasta
lo más deslumbrante e hiper realista del 3D, no solo por el hecho de poder
mostrar imágenes en movimiento sino por su capacidad de contar historias,
entretener y generar reflexiones, al igual que algunas de las expresiones de
otras artes, pero sin duda alguna el cine es una obra que solamente se
complementa al momento de llegar al público, es en ese momento en que la obra
culmina y vuelve a empezar al momento en que una persona, en cualquier parte
del mundo decide verla. Es única en la mente de cada uno de los espectadores,
de igual manera que lo es para cada uno de los autores, porque si hay algo que
diferencie al cine de las otras artes, es que es una expresión de creación
colectiva, basta con ver la interminable fila de nombres en los créditos de una
película para comprender la complejidad de su creación.
El
cine es un arte que no acaba de re inventarse, y cuando creemos que lo hemos
visto todo, aparece alguna película, de alguna parte del mundo que vuelve a
deslumbrarnos, el cine es interminablemente variado y particular, como lo es el
ser humano. La experiencia cinematográfica es un acontecimiento único, que
sucede de manera particular en la mente de cada persona al momento de ver una
película, por supuesto influenciado por todo lo que envuelve al sujeto, como su
edad, profesión, nacionalidad, estado de ánimo, vivencias, etc... Es una
experiencia tan íntima y particular que puede generar reacciones muy variadas,
es esa capacidad la que admiro del cine, la de generar tantas cosas en el
espectador y tan diferentes en cada uno de ellos, aún tratándose de la misma
pieza cinematográfica.
Parte
esencial de la experiencia cinematográfica, que no siempre se da, pero que
cuando sucede es siempre enriquecedora, es la exteriorización de esa
experiencia, la oportunidad de compartir esas sensaciones y opiniones con
alguien más, tan sencillo como salir de la sala y comentar la película, esas
imágenes y sensaciones que se van contigo a casa, y que incluso pueden
permaneces contigo varios días. Pero ese momento valioso en el que comentas con
alguien más la película, ese momento de catarsis y de digestión, es una de las
cosas que más disfruto del cine, es allí cuando siento que esa película ha
cerrado ese círculo que la completa como obra, que la hace ser.
Aprovechando
este breve espacio de desahogo, he querido compartir con ustedes un pedacito de
lo que es el cine para mí, esa experiencia mágica, momentánea y duradera a la
vez, capaz de sorprendernos tantas veces como seres humanos hay en este
planeta. Sin ánimo de despedirme, he hecho de este escrito, una oportunidad y a
la vez una invitación, para que todos nos dejemos encantar por esa mágica
experiencia llamada: Cine.
Sandra Milena Sánchez García
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