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25 mar 2012

OTRA HISTORIA DEL REY MIDAS III


(Continuación)
La flor en el fango

En menos de dos horas llegó una joven de cabello negro, ojos oscuros y una piel tan pálida como la del segundo joven. Era hermosa, su rostro (con labios rojos y finos) se veían tan perfectos que impresionó los sentimientos carnales que Midas había perdido hacía mucho tiempo. Éste la reconoció porque la vio jugar en el jardín de aquella mansión.

-       Llegas rápido –Dijo Midas-
-       Vengo por mis hermanos –mencionó ella con rostro más pálido que el de su tono de piel-
-       ¿Y la recompensa? –Preguntó el rey-
-       No necesito algo así.
-       Te llevaré donde están ellos.

La llevó al jardín en el cual los dos hermanos como estatuas que antes tuvieron vida, yacían. La joven comenzó a sollozar diciendo a Midas:

-       ¿Por qué?
-       El primero –Habló Midas dando la espalda, viendo a los dos jóvenes- por la codicia material y el segundo por la codicia física.
-       ¿Cómo? ¿No son lo mismo? –Preguntó intrigada la joven-
-       La codicia material hace referencia a la materia alrededor del cuerpo que se desea para no desprenderse de ella. La codicia física hace referencia a la belleza del cuerpo en su exterior.
-       ¿Por qué haces esto? –Casi gritó-
-       ¿Por qué? Porque su codicia los hizo caer ¿No son lo que querían? A propósito, tú no eres como ellos, aunque te pareces al segundo.
-       Mi madre me crió, a diferencia de ellos a los cuales educó mi padre.
-       De tal palo tal astilla, no obstante aún me pregunto por qué viniste por ellos.
-       Yo los quiero y… -Quedó pensativa algunos instantes- espera, tú debiste morir hace miles de años.
-       Sí, pero soy inmortal gracias a la maldición que me impuso Dionisio (El Dios del vino).
-       ¿Inmortal? ¿Por qué no pides a Dionisio que te libere de tal sufrimiento?
-       Porque ya está muerto.
-       ¿Cómo? Si es un Dios ¿No es acaso inmortal?
-       Sí, pero desapareció en el tiempo al ser olvidado por los hombres, al ser borrado de sus memorias, de su fe, de sus ritos. Aun así yo lo alababa, sin ser suficiente para que se hallara aquí en estos momentos, porque es Dionisio el Dios del vino y las fiestas; no tuve como alabarlo, sin compañía no podía, en soledad infinita no quería realizar tal labor. Yo en cambio soy mencionado y recordado, por ello tengo juventud, no siento dolor, ni envejezco, no siento nada.
-       Si no lo sintieras no te encontrarías en la amargura en la que te hallas, no pensarías, no actuarías, porque para qué moverse, para qué existir si no se siente –dijo la joven con timidez-
-       Tienes razón, llevo aquí más de dos mil quinientos años, fui rey de Frigia y Dionisio me dio este don (una maldición) por haber salvaguardado uno de sus compañeros perdido; convertía todo en oro, por error a mi hija Zoe, no supe que hacer más que pedirle al Dios del vino que me devolviese mi vida, mi hija, él se apiadó de mí y me dijo que me bañara en el rio Páctalo para deshacerlo, así lo hice, mi hija volvió a ser la misma de siempre y nos marchamos a una cabaña.
-       Pero si perdiste el don ¿Por qué lo tienes otra vez?
-       Te lo diré niña. Mi codicia material volvió a brotar, llegando con ella el don al darme un abrazo mi hija. Me bañé en el mismo rio, no funcionó, mi hija era oro sólido. Era todo… pero dejemos eso; Dime, ¿Tú que quieres?
-       Yo, quiero a mi padre y hermanos de vuelta.
-       Bien, ¿No deseas oro, belleza, riqueza alguna?
-       Ya tengo todo lo que necesito… sin embargo sin mis hermanos y padre no sería de ese modo, es mi petición –Miró directamente la espalda de Midas como si fueran sus ojos-    
Midas volteó y la observó, los ojos de la joven brillaban por las lágrimas que comenzaron a brotar de ellos; el rey dejó un collar en el suelo diciendo:
-       Quiero que lo tengas, sin embargo no puedo concederte ese deseo. Lo que en verdad se merece no perderá su valor –Exclamó al final, con una sonrisa y una lagrima de agua que brotaba sin convertirse en oro, ya que su cuerpo era un poseedor del don y la túnica que llevaba era de un material especial que Dionisio fabricó para él. Levantó su mano derecha y mencionó: Ya había intentado esto, pero no tenía éxito en mi acción, espero ahora acabar con mi sufrimiento –Dirigió sus dedos a su frente y quedó petrificado, oro sólido era el rey.

La joven impresionada observó que los objetos a su alrededor tanto como sus hermanos tomaban su forma anterior, previa a ser convertidos.

Cuando llegaron los tres a la casa, vieron a su padre y madre alegres en la puerta. La joven tenía una inquietud ¿Por qué él dijo que no cumpliría lo pedido por ella, si en verdad lo hizo? Pensó en ello hasta que un día, cuando sus hermanos (Que aun así no cambiaron sus actitudes) dijeron que el propósito de su vida era ser ricos.  Al escuchar eso, pensó en Midas y supo el por qué de lo sucedido, Midas cumplió su misión, encontrar a alguien que no lo quisiera por riqueza o la belleza física, si no que buscara otra cosa.

Tenía el collar de Zoe que era de oro sólido ¿Por qué se convirtió Midas en oro? ¿Por qué sufrió tanto? Era su propósito, buscar a alguien como ella, pero supo su propósito antes de tiempo, buscando lo más pronto posible a tal persona, “hay que ser pacientes y esperar, porque el propósito llegará aunque fuese en el último segundo de la vida” se dijo la joven en voz baja, mientras reía en su tierno despertar hacia la verdad. Sobre el collar de oro, lo que en verdad se merece no perderá su valor real y esta flor en que brotó del fango para salvar a Midas lo supo.

Aun se puede ver la estatua de aquel mítico rey en nuestros corazones, que si descuidamos se convertirán en oro sólido, metal frio y muerto, no por culpa de Midas, sino por la codicia de cada uno.   
FIN

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