OTRA HISTORIA DEL REY MIDAS
(Continuación)
(Continuación)
Peticiones pretensiosas
A pesar de su cuerpo delgado y verse frágil, Midas poseía una fuerza épica concedida por Dionisio o Bacco, además de tener aquel don (Para él maldición) de convertir cualquier objeto que toque en oro. Así que él llevó el pesado material a la dirección que le había mencionado éste en vida. Por el camino los transeúntes lo miraban de manera extraña, eran sujetos que aparte de la moda parecían uniformados marchando en fila con frialdad total que no intimidaba al antiguo rey.
Al mismo tiempo que estos personajes, se acercaron cuatro seres inescrupulosos rodeándolo, Midas colocó el objeto en el suelo.
- Danos eso y no te haremos daño.
- No necesitan esto –Afirmó Midas-, o también son como…
- ¡¿Como qué?! Entréganos esa cosa, no queremos que haya una tragedia –Sonreía mirando al amenazado-
- ¿Creen poder hacerlo? –Mencionó Midas con tranquilidad-
Uno de ellos se aproximó precipitadamente intentando atravesar el vientre de Midas, pero su arma (Una pequeña navaja) fue convertida en oro dejando intacto al agredido. Los sujetos se asustaron y salieron corriendo por diferentes direcciones.
Por su parte, Midas levantó su carga y siguió su camino, pensaba en qué podía decirle a la familia de la estatua-hombre pero resolvió de otra manera su inquietud. Al llegar al lugar no se sorprendió con la mansión que encontró. Dejó su carga en la entrada con la navaja que intentó penetrar su piel y una hoja de oro sólido con unas marquillas que tenían escrito:
“Recompensaré su perdida”
Firma: Midas (Cabaña de oro, afueras de la zona F de la ciudad)
Firma: Midas (Cabaña de oro, afueras de la zona F de la ciudad)
Al marcharse alcanzó a ver una joven con un hermoso vestido rojo jugando en un frondoso jardín dentro del lugar, prosiguió su camino sin detenerse a mirarla más.
Pasaron dos días, llegó un joven que apenas vio a Midas le dijo
- Vine por la recompensa por la muerte de mi padre.
- ¿Te gustaría que viviera?
- Era un hombre avaro y molesto, siempre nos exigía que consiguiéramos más capital para enriquecer su ego. No, no me interesa tenerlo de vuelta –observó a su alrededor- pero veo que vives en un palacio…
- ¿Por qué lo dices?
El joven prestó atención a la cabaña con todos sus objetos, estaba envuelta de ese material frio y brillante, material preciado por el hombre. Incluso el camino por el que anduvo para llegar era de oro puro.
- ¿Te gusta el oro? –Preguntó Midas-
- Me parece que es hermoso, pero es más precioso el dinero, así que…
- Viniste por eso –Arremetió Midas-
- Exacto, quiero ser el hombre más rico del mundo.
- ¿Para qué?
- Significa poder.
- Bien, te recompensaré ¿Qué quieres que te dé?
- Convierte en oro todo lo que traiga.
- Tráelo –Midas levantó y abrió su mano en frente de este sujeto que reía casi a carcajadas-
Trajo objetos de tamaños colosales, que se convertían en oro al instante con el poder preciso y maldito del antiguo rey.
- ¿Para qué tanto oro? ¿Te gustaría estar bañado en oro?
- Sí…
- Acércate –Movió dos dedos (Los comúnmente llamados corazón e índice) de su mano izquierda.
Cuando el joven se acercó de manera inmediata se convirtió en oro al ser tocado por Midas. Éste pidió a los trabajadores dejar ello ahí y mandó por el segundo de los hermanos. Los trabajadores obedecieron, por lo cual les entregó una moneda de oro.
Al día siguiente el segundo joven llegó, era alto como el primero pero su piel y rostro eran más bellos con una nariz perfectamente delineada, ojos azules, cabello color miel y una boca carnuda con labios rojos, realmente hermoso.
- Vengo por mi hermano y la recompensa –Dijo secamente-
Midas le expuso a su hermano en el jardín junto a todos aquellos objetos convertidos en oro.
- Deseó estar bañado en oro… -Dijo Midas-
- Sí, codicioso…
- Y ¿Qué quieres tú de recompensa?
- Sólo convierte estos objetos en oro.
Algunos cuadros, reliquias y demás objetos se mostraron ante Midas:
- ¿Para qué quieres que los convierta en oro?
- Quiero decorar mi espacio, mi lugar, soy a quien le encanta la belleza, para que me observen y me reconozcan.
- Eres narcisista, te lo concederé, pero…
- ¿Qué? –Dijo furioso el segundo joven-
- ¿No te gustaría ser tan brillante y hermoso como el oro? Tu piel es hermosa no obstante tiene un color muy pálido pienso yo…
- Sí, ahora que lo medito tienes razón… me gustaría eso.
Midas se le acercó rápidamente.
- Concedido –Dijo mientras le tocaba la frente con los dos dedos de su mano izquierda-
Había un trabajador que venía por las cosas que el segundo joven llevó a la lujosa cabaña del antiguo rey.
- Llama al tercero –Mencionó Midas-, porque sé que son tres…
- Señor –Dijo asustado el trabajador-, no creo que venga ya que usted los convierte en oro.
- Si es honesto, virtuoso… no será así.
Le entregó tres monedas de oro y le hizo marchar por el tercer hermano.
No hay comentarios:
Publicar un comentario